Por Qué No Podemos Sostener una Vida Saludable (Y qué hacer para lograrlo!)

Por Qué Nos Cuesta Sostener Una Vida Saludable

(Y Qué Hacer Para Lograrlo)

En general, cuando escribo, cuando grabo un video o un podcast, lo hago desde mi experiencia personal. Más allá de ser Coach, entiendo que la mejor manera de transmitir algún conocimiento es a través de compartir una experiencia vivida, y si es la del propio autor, mucho mejor. No invalido los conocimientos teóricos, para nada. De hecho, yo los tengo y sigo aprendiendo de ellos cada día. Pero la experiencia de algo, nos queda tan impregnada en nosotros mismos, que sin dudas a la hora de compartirla con los demás, lo haremos desde el mayor compromiso.

Entonces, desde mi experiencia, voy a explicar los motivos por los cuales a la gran mayoría de las personas les cuesta sostener una vida saludable. Por qué comienzan con una dieta y un plan de entrenamiento, y luego de un tiempo (desde una semana a dos, tres, seis meses) abandonan y fracasan en el intento, una y otra vez, para frustrarse, no conseguir resultados y auto compadecerse de sí mismos, pasando luego a la culpa, la impotencia, la negación, la reflexión (superficial) y el comienzo de un nuevo intento, para terminar luego en un nuevo fracaso y así sucesivamente.

Desde mi punto de vista, los humanos vivimos una VIDA PARADÓJICA. O sea, estamos insertos desde que nacemos (o incluso antes) en una realidad paradójica de la que no podemos escapar, para bien o para mal (eso depende de la interpretación de cada uno). Esta paradoja establece como presupuesto, lo siguiente: Los humanos en esta vida, buscamos SIEMPRE, las siguientes cosas: la plenitud espiritual (o bienestar del alma, bienaventuranza lo llama la Biblia) y el placer sensorial o físico, y buscamos evitar el vacío espiritual y el sufrimiento sensorial.

Ahora bien, la segunda parte de la paradoja radica en lo siguiente: que lograr la plenitud espiritual, de alguna forma implica buscar y atravesar el sufrimiento sensorial o físico y que lograr el absoluto placer sensorial implica el vacío espiritual.

Esta teoría puede sonar antigua o pasada de moda, sin embargo, el devenir de la historia nos ha demostrado que de una manera u otra, esto siempre se ha cumplido. Quienes han quedado como referentes de nuestra historia humana (si uno estudia sus vidas lo puede confirmar) son un claro ejemplo de esta paradoja, en aquello que sea que hayan destacado: han necesitado de una gran disciplina, han sido personas con grandes virtudes que han sabido domar sus impulsos y forjar su personalidad a puro esfuerzo. El talento en sus casos, sólo ha servido como una herramienta en función de sus propósitos de vida. Ellos han triunfado en la mayor batalla que enfrenta cada persona en su vida: la batalla con uno mismo.

El problema, es que esta sociedad de búsqueda de confort constante en la que vivimos, nos lleva constantemente a la búsqueda de placer, que como ya vimos, al ser totalmente efímero y no causar plenitud, nos lleva inexorablemente a vivir en un vacío existencial cada vez mayor. Vacío que bien supieron describir los filósofos existencialistas y nihilistas en su momento. Tanta tecnología de alguna forma nos ha deshumanizado, llevándonos a un retraso espiritual cada vez más profundo.

Y de esta forma, evitamos el dolor sensorial, el dolor físico y emocional, cuando es justamente este dolor (en su justa medida) el que nos hace crecer, el que nos hace evolucionar espiritualmente. Porque es el dolor el gran maestro, el dolor físico y/o el dolor emocional. Porque no hay mayor aprendizaje que atravesar el dolor que nos puede causar sufrir un desamor, una enfermedad, una banca rota o incluso la pérdida de un ser querido.

Es mediante un desamor que podemos aprender a valorar el amor de pareja, es a través de una enfermedad que podemos aprender a valorar un buen estado de salud, es por una banca rota que podemos aprender la importancia de la buena administración del dinero, y es por la muerte de un ser querido que podemos aprender a valorar la presencia de una relación cercana.

Estos aprendizajes, dolorosos y duros son los que templan nuestra alma, son los que nos hacen sentir vivos. Sin estos aprendizajes, vivimos una vida dormidos, amorfinados, sin sentido.

Entonces, llevando estos principios que rigen cualquier vida humana al ámbito de la vida sana, puedo decir lo siguiente: no es capaz de sostener una vida saludable mediante el entrenamiento físico y la alimentación sana, quien busca constantemente el placer inmediato, el placer efímero y evitar el dolor físico sensorial.

Esto es así, porque tanto el entrenamiento físico como la alimentación saludable, requieren disciplina y cierta dosis de ascetismo y dolor. En el entrenamiento físico, es sabido que para que los músculos crezcan se deben romper fibras musculares mediante ejercicios de fuerza. Al romperse esas fibras, simplemente el cuerpo sufre. Lo mismo pasa con la capacidad aeróbica: para aumentar esta capacidad, es necesario sufrir la falta de aire mediante el entrenamiento, de ese modo el cuerpo se va habituando a esto y va aumentando esa capacidad.

Con la alimentación también es así. Muchas veces, los alimentos más saludables no son ni los más deliciosos ni placenteros. Sin embargo son los que nos hacen mejor a la salud. Las harinas refinadas, el azúcar, las grasas trans, el alcohol, las gaseosas, son extremadamente placenteros pues la industria se ha ocupado de perfeccionar esto para que nos volvamos lo más adictos posible. Es por esto, que debido a esta adicción al placer alimenticio que tenemos, nos cuesta tanto dejar este tipo de comidas definitivamente. Una vez más, ya inconscientemente buscamos el placer en la comida.

Entonces, es por este motivo de fondo que la mayoría de la gente no puede sostener los hábitos de una vida saludable. La búsqueda inconsciente y constante de placer nos lleva a -sin darnos cuenta- dejar de lado nuestra búsqueda de plenitud. Basta darse cuenta de esto cada vez que decidimos entrenar: no hay nadie en este mundo que después de un buen entrenamiento no sienta una increíble sensación de logro personal, de plenitud, de haber logrado el bien arduo. Y lo mismo cabe decir de la comida: todos sentimos una agradable sensación y un aumento de energía cada vez que comemos de manera sana. Nuestro cuerpo y nuestra alma nos lo agradecen.

Se trata entonces, de buscar en nosotros mismos un fuerte motivo de fondo para que podamos romper con este círculo vicioso mencionado en los primero párrafos, y luego hacernos fuertes en la auto disciplina para poder sostener y persistir en los nuevos hábitos que se quieren adquirir.

Luego de encontrar un buen propósito de fondo, resulta necesario hacer un plan de acción para llevar a cabo ese propósito. Necesitamos también rodearnos de personas que nos puedan ayudar y de las herramientas que vamos a necesitar.

Una vez tenemos el propósito y disponemos de un plan, las personas correctas y de las herramientas, lo que hay que hacer es ponerse en acción. Actuar. Comenzar día por día a hacer lo que estipulamos en el plan de acción y persistir. No importa cómo nos sintamos, no importa si nos gusta o no nos gusta lo que estamos haciendo, simplemente, persistir.

Y por último, es muy importante avocarse a vivir el presente mientras llevamos a cabo las acciones de una vida saludable. Evitar la culpa, la ansiedad por los resultados y evitar irnos del momento que estamos haciendo lo que debemos, ya sea entrenando o comiendo de manera sana. Dejar la mente de lado.

De esta forma es como yo lo fui haciendo desde 2014 y lo sigo haciendo en la actualidad.

Federico Medina
Coach de Fitness & Wellness

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Por Qué Comencé a Correr

Toda mi vida tuve la idea de que odiaba correr largas distancias. Desde que soy chico, tuve siempre ese sentimiento. No sé si se debía a que me cansaba rápido, a que respiraba mal y entonces me dolía el bazo, o a un prejuicio que me fui formando con fundamento en esos factores mencionados y otros.

Sin embargo, hace alrededor de un mes, comencé a interiorizarme en el concepto de la evolución personal a través del dolor y del sufrimiento, especialmente en la transformación a través de hacer cosas que uno supuestamente odia o cree que no le gusta hacer.

Este concepto -sumado a mi deseo de bajar el porcentaje de grasa corporal de mi cuerpo- me llevó indefectiblemente a cuestionar mi prejuicio del odio a correr largas distancias. Y con este cuestionamiento vino mi decisión de superarme en ese sentido. Así que, decidí comenzar a correr, sumando esto a mis entrenamientos habituales.

Estaba de vacaciones en una playa paradisíaca de Brasil, así que el contexto ayudó mucho. Así, mi primera corrida fue de 5 kilómetros. Yendo a una velocidad media, no tuve inconvenientes para completar la corrida planificada, ya que en términos generales, me encuentro bien entrenado.

La segunda corrida fue dos días después de la primera, y fue de unos 8 kilómetros. No tuve problemas de aire (tampoco en la primera corrida), al correr a una velocidad media de 6.40 minutos por kilómetro, no me fatigo. Pero comencé a tener dolores fuertes en los gemelos, sobre todo, el gemelo izquierdo. Sin embargo, terminé bien los 8 kilómetros.

La tercera corrida fue dos días después, también de 8 kilómetros. Sin embargo, aquí ya tuve problemas desde que di el primer paso. El gemelo izquierdo me pinchó muy fuerte durante toda la corrida, prácticamente desde que comencé a correr. No quise abandonar ya que justamente, estoy buscando aprender cada vez más EN el sufrimiento. Y vaya que sufrí corriendo esos malditos 8 kilómetros!

Pero esta corrida durante 8 kilómetros con el gemelo contracturado, me costó cara: tuve que parar de correr por diez días para recuperarme y poder volver a correr.

Dejo en claro que durante esos diez días nunca dejé de entrenar: habitualmente entreno musculación todos los días y además juego squash una o dos veces por semana. En este caso, dada la situación, cambié la corrida por el elíptico y la bicicleta, para de esta forma evitar el impacto en los gemelos sin dejar de hacer ejercicio cardiovascular. Y así, continué entrenando.

Dos días atrás salí a correr de nuevo, retomando la corrida. La premisa: correr la distancia que pudiera, si era 1 kilómetro, bien, si eran 5 u 8 kilometros, bien también. Para mi sorpresa, pude correr 11 kilómetros y 380 metros, sin ningún gran dolor. Sin embargo terminé con los gemelos muy cargados por lo que voy a darme unos días de descanso del running y continuar mis entrenamientos de musculación y cardio habituales.

Corrida de 11 km y 380 mts

Lo más importante de todo esto, es que pude encontrar en la corrida, un nuevo desafío personal, una actividad que -como la musculación, el squash y las otras disciplinas-, requiere dedicación y constancia. Y todo eso es algo que hoy en día busco aplicar a todo lo que hago y al mismo tiempo, lo disfruto mucho.

Mi idea es seguir corriendo y hacer la media maratón (21 kilómetros) antes de mitad de año y la maratón (42 kilómetros) antes de fin de año o quizá para el 2021. Aún no lo sé, pues no tengo ningún apuro. Sin embargo, para poder lograr esto es necesario seguir entrenando todas las semanas, seguir acostumbrando el cuerpo, y aprender a alternar trabajo con descanso para que el cuerpo responda bien.

Una vez más, lo que voy descubriendo y confirmando en cada disciplina que encaro, es que el aspecto mental y espiritual a la hora de practicarla, es mucho más determinante que al aspecto físico. La mente siempre domina al cuerpo, ya sea para bien o para mal.

Tanto si nos dejamos llevar por la pereza y la desidia para entrenarnos, para comer y para llevar una vida saludable en general, como si elegimos guiarnos por la constancia, la disciplina y el trabajo duro para esas mismas cosas, en ambos casos, el cuerpo seguirá a la mente.

La gran diferencia estará en quiénes nos estamos convirtiendo en el primer caso, y en quiénes en el segundo. Está en cada uno la decisión de vivir buscando la mejor versión física, mental y espiritual de uno mismo o la otra, la fácil, la complaciente, la que al final siempre nos deja un sabor amargo….

Federico Medina
Life & Wellness Coach

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