
Toda mi vida tuve la idea de que odiaba correr largas distancias. Desde que soy chico, tuve siempre ese sentimiento. No sé si se debía a que me cansaba rápido, a que respiraba mal y entonces me dolía el bazo, o a un prejuicio que me fui formando con fundamento en esos factores mencionados y otros.
Sin embargo, hace alrededor de un mes, comencé a interiorizarme en el concepto de la evolución personal a través del dolor y del sufrimiento, especialmente en la transformación a través de hacer cosas que uno supuestamente odia o cree que no le gusta hacer.
Este concepto -sumado a mi deseo de bajar el porcentaje de grasa corporal de mi cuerpo- me llevó indefectiblemente a cuestionar mi prejuicio del odio a correr largas distancias. Y con este cuestionamiento vino mi decisión de superarme en ese sentido. Así que, decidí comenzar a correr, sumando esto a mis entrenamientos habituales.
Estaba de vacaciones en una playa paradisíaca de Brasil, así que el contexto ayudó mucho. Así, mi primera corrida fue de 5 kilómetros. Yendo a una velocidad media, no tuve inconvenientes para completar la corrida planificada, ya que en términos generales, me encuentro bien entrenado.
La segunda corrida fue dos días después de la primera, y fue de unos 8 kilómetros. No tuve problemas de aire (tampoco en la primera corrida), al correr a una velocidad media de 6.40 minutos por kilómetro, no me fatigo. Pero comencé a tener dolores fuertes en los gemelos, sobre todo, el gemelo izquierdo. Sin embargo, terminé bien los 8 kilómetros.
La tercera corrida fue dos días después, también de 8 kilómetros. Sin embargo, aquí ya tuve problemas desde que di el primer paso. El gemelo izquierdo me pinchó muy fuerte durante toda la corrida, prácticamente desde que comencé a correr. No quise abandonar ya que justamente, estoy buscando aprender cada vez más EN el sufrimiento. Y vaya que sufrí corriendo esos malditos 8 kilómetros!
Pero esta corrida durante 8 kilómetros con el gemelo contracturado, me costó cara: tuve que parar de correr por diez días para recuperarme y poder volver a correr.

Dejo en claro que durante esos diez días nunca dejé de entrenar: habitualmente entreno musculación todos los días y además juego squash una o dos veces por semana. En este caso, dada la situación, cambié la corrida por el elíptico y la bicicleta, para de esta forma evitar el impacto en los gemelos sin dejar de hacer ejercicio cardiovascular. Y así, continué entrenando.
Dos días atrás salí a correr de nuevo, retomando la corrida. La premisa: correr la distancia que pudiera, si era 1 kilómetro, bien, si eran 5 u 8 kilometros, bien también. Para mi sorpresa, pude correr 11 kilómetros y 380 metros, sin ningún gran dolor. Sin embargo terminé con los gemelos muy cargados por lo que voy a darme unos días de descanso del running y continuar mis entrenamientos de musculación y cardio habituales.

Lo más importante de todo esto, es que pude encontrar en la corrida, un nuevo desafío personal, una actividad que -como la musculación, el squash y las otras disciplinas-, requiere dedicación y constancia. Y todo eso es algo que hoy en día busco aplicar a todo lo que hago y al mismo tiempo, lo disfruto mucho.
Mi idea es seguir corriendo y hacer la media maratón (21 kilómetros) antes de mitad de año y la maratón (42 kilómetros) antes de fin de año o quizá para el 2021. Aún no lo sé, pues no tengo ningún apuro. Sin embargo, para poder lograr esto es necesario seguir entrenando todas las semanas, seguir acostumbrando el cuerpo, y aprender a alternar trabajo con descanso para que el cuerpo responda bien.
Una vez más, lo que voy descubriendo y confirmando en cada disciplina que encaro, es que el aspecto mental y espiritual a la hora de practicarla, es mucho más determinante que al aspecto físico. La mente siempre domina al cuerpo, ya sea para bien o para mal.
Tanto si nos dejamos llevar por la pereza y la desidia para entrenarnos, para comer y para llevar una vida saludable en general, como si elegimos guiarnos por la constancia, la disciplina y el trabajo duro para esas mismas cosas, en ambos casos, el cuerpo seguirá a la mente.
La gran diferencia estará en quiénes nos estamos convirtiendo en el primer caso, y en quiénes en el segundo. Está en cada uno la decisión de vivir buscando la mejor versión física, mental y espiritual de uno mismo o la otra, la fácil, la complaciente, la que al final siempre nos deja un sabor amargo….
Federico Medina
Life & Wellness Coach
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