
Cómo perder 10 kilos en un mes? Cómo hacerse rico sin perder dinero? Cómo encontrar al amor de tu vida sin terminar con el corazón roto? Cómo ganar dinero durmiendo? Cómo… cómo… cómo????
La inmensa mayoría de nosotros, tendemos a hacernos este tipo de preguntas o al menos a tener este esquema mental en el cual QUEREMOS LOS RESULTADOS (y rápido) sin sufrimiento, sin invertir esfuerzo y tiempo, y sobre todo, sin cambiar quienes somos. Decimos no creer en los cuentos de hadas, pero desesperadamente deseamos que sean reales. Insistimos una y otra vez en la fórmula mágica.
Señores, cuántas veces hay que decirlo? Para ser mejores, para evolucionar, para tener algún día resultados, NO HAY ATAJOS, NO HAY FORMULA MAGICA. Si queremos ser mejores personas, tenemos que pasar por el proceso de cambio, necesitamos pasar por la incomodidad y el dolor.

Si queremos hacernos ricos de manera honesta, necesitamos atravesar el proceso de aprendizaje que eso implica: invertir dinero, tiempo y energía en el aprendizaje. Ahorrar, aprender a vender y producir. Entender que indefectiblemente perderemos dinero, muchos negocios saldrán mal y deberemos levantarnos una y otra vez hasta hacernos expertos en la ciencia de la riqueza.
Si queremos transformar nuestro cuerpo y nuestra salud, deberemos dejar de comer basura, dejar de estar tirados viendo Netflix, dejar de salir todas las noche e intoxicarnos de alcohol, levantar el maldito culo del sillón y empezar a mover los músculos, comer saludable y descansar hasta someter al cuerpo para que empiece a cambiar su forma.
Si queremos encontrar al amor de nuestra vida, debemos dejar de creer en el príncipe azul o la princesa encantada que viene a salvarnos y empezar a mirarnos en el espejo un poco, a identificar nuestras sombras, nuestro mal genio, nuestra pésima manera de relacionarnos con los demás. Comenzar a trabajar en nosotros mismos, nuestras emociones, nuestro carácter y ser una persona amable, es decir alguien que sea digno de ser amado.
Para todo esto, resulta necesario comprometerse de tal forma con nuestra transformación, con nuestra evolución, con nuestra mejora, que lleguemos al punto de lograr que esa transformación sea más importante que el resultado en sí. Es preciso obsesionarse (sí, obsesionarse) con ese proceso para que el resultado solo sea una consecuencia lógica de ese proceso y no una necesidad.
De este modo, nos encontraremos un buen día amando tanto el proceso de transformación, que ya estará en nuestra naturaleza y buscaremos la incomodidad y salirnos de la zona de confort de manera constante. Esto, en definitiva es lo que más nos hará evolucionar como personas. Es lo que los japoneses llaman el «kaizen» o «mejora continua».

Y cuando la mejora continua se transforma en el resultado mismo, en la meta, entonces todo cobra otro sentido en la vida. Ya no hay ansiedad por el resultado futuro ni preocupación; tampoco hay culpa por el pasado, sino sólo responsabilidad y uso del pasado para aprender. De este modo aprendemos a viajar comprometidos pero livianos por la vida, sin cargas emocionales innecesarias, con pasión y con el corazón lleno.
En definitiva, sólo cuando tenemos el corazón lleno por aceptarnos y amarnos a nosotros mismos, no de modo egoísta, sino con orgullo, es entonces cuando disponemos de la capacidad para lograr cualquier cosa que queramos en la vida: una relación sana y feliz, un cuerpo y una salud plena, o riqueza y abundancia financiera.
Pero nunca debemos olvidar que ese proceso de aprendizaje, ese camino, nunca termina. Es permanente. No existe ese «cuando sea rico me tiraré a descansar» o «cuando baje de peso comeré lo que quiera al fin». No. Ese camino es la vida misma, y es necesario incomodarse, romperse y volver a hacerse a uno mismo de manera constante, permanente, para de este modo seguir creciendo y cambiando cada vez más.
Pues la vida es cambio y crecimiento. Si el agua no fluye y se estanca, simplemente se pudre. Si la persona no se rompe, no cambia y evoluciona, simplemente se entumece, envejece y muere.