
La sociedad, los medios y la moda actual, nos dice y nos repite permanentemente sobre «lo tóxico», sobre todo referido a «personas tóxicas».
Ahora, sobre las situaciones y las personas tóxicas hay que aclarar algo: cuando aparecen en nuestra vida, es porque nosotros las atraemos casi siempre de manera inconsciente. Entonces, en todo caso, los tóxicos seríamos nosotros también.
Por otro lado, estas situaciones y personas «tóxicas» las atraemos para aprender y evolucionar, mejorar como personas. Pero para esto es necesario algo que no está de moda mencionar porque es algo difícil de hacer: tomar conciencia que justamente uno mismo atrajo eso para aprender.
Y así, tomando conciencia, podemos atravesar esa situación o convivir con la persona «toxica», buscando siempre aprender de ella. Por eso es que no coincido para nada con etiquetar a las personas o situaciones de «tóxicas» como si uno fuera el «sano» perfecto que simplemente despacha personas y situaciones porque se siente incómodo.
Quien se comporte siempre así, está claro que se terminará quedando sólo y en un mismo lugar, sin vivir las experiencias más enriquecedoras de la vida, con las que más aprendemos.

Esto no quiere decir tener que aceptar cualquier situación o a cualquier persona. No. Es uno quien debe poner el límite de hasta dónde convivir con estas situaciones o personas para aprender y no terminar dañados. Esto es algo totalmente subjetivo, pues algo que puede ser tolerable para uno, puede no serlo para otros.
Este tema aplica a los distintos ámbitos de nuestra vida, tanto a una relación con otra persona (pareja, familiar, amigos) como a la relación con nuestra salud (por ejemplo, el sobrepeso y la obesidad) o a nuestra situación económica (estar quebrados o en una situación de carencia).
A pesar que son distintas áreas, los principios son los mismos, y en lo personal creo que ni las personas ni las situaciones son tóxicas de por sí. Mucho menos puede llamarse de toxico a algo que nos da la inmensa posibilidad de crecer y ser mejores.

Es por esto que el santo poeta San Juan de la Cruz le dedicó a modo de agradecimiento, su poema más hermoso y conocido a sus debilidades y sus «pecados»: La Noche Oscura del Alma. En él demuestra su agradecimiento a sus debilidades y sus pecados, porque fue gracias a ellos que logró tomar conciencia, aprender y mejorar como persona.
Por eso, la próxima vez que etiquetemos a alguien o algo de «tóxico», prestemos atención y pensemos por qué trajimos esa situación o persona, y sobre todo para qué la atrajimos. Para aprender qué cosa. Y de este modo es como iremos mejorando cada vez más en todas nuestras áreas de la vida.
Federico Medina
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